miércoles, 5 de septiembre de 2012


Muchas veo, leo y escucho penurias a cerca del dolor que causa perder. De la tristeza que genera apostar "todo" a algo y, no obstante, el único resultado no es más que aquel que se quería evitar.
Miro atrás una vez más y veo como es que "perdí", como cegada por mis impulsos, o tal vez por simple egoísmo, opte por accionar en base a mis principios y convicciones, sin considerar que no tenían porque ser los del otro.
Con esto no me victimizo, sino que enfatizo en el punto de que que si las cosas no funcionaron, no fue a causa sus decisiones…sino de AMBOS.
Observo detenidamente, sin embargo, a pesar de lo mucho que me costó y que aún me cuesta agradezco el que haya sucedido, ya que en verdad, no solo no sería quien soy hoy, siendo franca acepto que me habría perdido de un montón de experiencias que me hicieron no solo madurar a nivel personal, también a entender que es necesario actuar con calma para comprender las necesidades del otro.
La realidad…va, mi realidad es que a pesar de que lo extrañe a montones, gané más de lo que creía haber perdido. Únicamente no me queda más que desearle lo mejor y utilizar esta experiencia como algo fructífero en un futuro.