Hoy me toca decirles adiós a ellas,mis compañeras de incesantes caminatas,de idas y vueltas a la facultad,a la casa de amigos,en mi búsqueda laboral,en el regreso a mi hogar,en salidas a quien sabe donde cegada por la impotencia de algo que no salió como esperaba o la tristeza de ese amor que ya no está...con solo observar su suela desgastada,partida vienen a mi mente cientos de recuerdos.
Mas de uno debe pensar que despedirse de un par de zapatillas,es algo tonto hasta podría decir que roza el grado de la locura,pero es que no me despido de UN par de zapatillas,me despido de MIS zapatillas,que no es lo mismo.Es imposible entenderlo,si no se siente pasión por caminar,mas allá del motivo o circunstancia,sino por el simple hecho de hacerlo,recorrer innumerables cuadras,muchas veces sin compañía alguna,mas que la de ellas.
Esos días donde el sol abrazador quemaba mi piel,en pleno mediodía,y lo único que tendía hacer era buscar el primer atisbo de sombra posible,después de haber insultado,por ver pasar el colectivo que estuve esperando mas de 10 minutos y dada mi poca paciencia con los medios de transporte ,dejé de lado el clima y me dirigí a recorrer esas mas que conocidas 27 cuadras que me separan de la facultad.O tal vez,aquella otra,donde cansada de estar encerrada en casa,decidí con la excusa de pasear al perro salir en el mismo momento en que se desataba una de esas magnificas tormentas que caracterizan a la Ciudad de Buenos Aires,y sin saber como, del malestar mas insignificante pase a una alegría desbordante,pero ellas fueron las únicas que a pesar de su silenciosa presencia,vivieron esos momentos conmigo.Para muchos,puede que no sean mas que objetos con un determinado uso,pero para mi es mas que eso,suelo encariñarme rápidamente con las cosas,porque cada una impregna algo de mi,y porque a pesar de que se diga que podría obtener unas idénticas pero solo lo serían en apariencia...
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